martes, 14 de diciembre de 2010

LA RANA QUE NO PODÍA SALTAR


Había una vez una rana preciosa de color verde, muy pequeñita, que estaba triste porque no podía saltar y sentía envidia de sus compañeras, las otras ranas de la charca, que lo pasaban muy bien saltando de un sitio a otro. Por eso, estaba tan triste: ella quería ser como las demás ranas de la charca, pero desde hacía un tiempo tenía clavado en la patita algo y cuando saltaba, pues, le dolía.
Un día pasó por la piedra donde estaba tomando el sol un sapo marrón, muy feo, que le preguntó:
-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan triste?
Ella le contestó, muy sorprendida, ya que hasta el momento nadie se había preocupado por ella:
-Quiero saltar como las demás ranas de la charca, pero no puedo porque me duele mucho una patita.
Entonces, el sapo le dijo:
-No te preocupes, que yo conozco a un pajarito, que es amigo mío que puede ayudarte.


Y así lo hicieron. El sapo fue a buscar a su amigo, el pajarito. Y este, con su pico, le sacó de la pata una espina muy grande. Desde entonces, gracias al pajarito, ella pudo volver a saltar de nuevo.
A partir de aquel día, el sapo, el pajarito y ella se hicieron muy grandes amigos y lo pasaban muy bien jugando todos los días.


Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

Paloma Candón Ballester (1º ESO B)

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