Estaba sentada una tarde frente a unas tierras sembradas de girasoles, cuando de pronto, escuché:
-¡Aquí, aquí!
-¿Quién habla?- pregunté.
-Soy yo, una flor. Soy un girasol.
Me levanté y vi cómo entre más flores se movía para que yo la viera: era una preciosa flor amarilla.
-Pero, ¿puedes hablar?. ¡Eres una flor!-le dije yo.
-Pues, claro que puedo hablar, pero ayúdame, por favor.
Ayer vino nuestro dueño y le djo a otro señor, que en un mes vendría la máquina cosechadora a segarnos, y.... ¡yo no quiero morir!
-Yo tampoco quiero que te ocurra eso; pero, ¿qué puedo hacer por ti?- le pregunté.
-No sé, pero te pido que me saques de aquí. No aguanto la idea de verme tan cerca de esa máquina que me quiere cortar.
Después de pensar un rato tuve una idea y le pregunté al girasol:
-¿Vendrías a vivir a mi casa?
-Encantada. Pero, ¿cómo?- me preguntó.
-Escucha, me ayudarás a sacar tus raíces de la tierra y te plantaré en una maceta.
-Sí, pero....¿cómo sobreviviré?- me dijo, asustada.
-Yo cuidaré de ti. Te regaré, te echaré vitaminas....
Y así lo hicimos, y desde entonces, fue el girasol más feliz de todos.
Dulce Nombre Morales Sánchez (1º ESO B)
No hay comentarios:
Publicar un comentario